El libro

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Conoce el universo Datanomics y lee a continuación algunos extractos del libro.

Sinopsis

Llevas meses aceptando nuevas políticas de privacidad sin leer ni una. Subes fotografías a Instagram, publicas tus gustos y tendencias políticas en Twitter, compartes los recuerdos de tus vacaciones en Facebook y charlas por WhatsApp. Te bajas aplicaciones por doquier en el móvil y consultas temas a diario en Google. Y todo eso lo haces sin pagar ni un céntimo. Un poco raro, ¿no?

¿Te has parado a pensar qué ganan esas empresas si te ofrecen el servicio sin coste?

Que si el producto es gratis, quizá se deba a que el producto eres tú.

¿Qué tienen en común tu cuenta de Instagram y la pulsera de actividad que llevas en tu muñeca?

Datanomics te mostrará, con datos, informes y hechos comprobados lo que las empresas de tecnología hacen, realmente, con tus datos personales y cómo le sacan rentabilidad mientras tú, sin apenas darle importancia, se los regalas.

¿Qué es más peligroso una Roomba que barre tu casa o dejar el coche abierto?

La autora realiza una acertada radiografía sobre cómo se recaba y se usa nuestra información personal, y de cuáles han sido las consecuencias indeseadas de estos usos. De cómo hemos sido capaces de pasar de una economía productiva a una economía del dato, y cómo, para mantenerla, la sociedad que conocemos ha pasado a creer religiosamente que los datos son la solución y no el problema.

Ya lo decía Tim Cook: «El potencial de la tecnología se basa en la fe que la gente tiene en ella.» Una fe que se asienta en el desconocimiento total y en la desinformación. Si quieres abrir los ojos antes de que sea demasiado tarde, éste es tu libro.

Algunos extractos del libro

«Eran los años finales de la década de los noventa y la primera mitad de dos mil […] La protección de datos se refería a unos ficheros poco dinámicos de empresas que se dedicaban a los negocios tradicionales. El dato personal no era el objeto del negocio sino parte de los elementos necesarios para facturar los servicios. Como abogado asesoré a mis clientes sobre estos cambios con un código civil del siglo XIX, algunas directivas comunitarias, la normativa de telecomunica- ciones y un par de leyes de protección de datos: la vieja LORTAD derogada por la LOPD en 1999.

La combinación mortal vino con un inesperado cambio tecnológico: el iPhone. La movilidad absoluta que trajo Apple requirió un almacenamiento en la nube propio de un entorno cerrado de aplicaciones y archivos en remoto. Empezamos a movernos con un espía en el bolsillo permanentemente conectado que nos permitía acceder a las recién nacidas redes sociales. Los datos empezaron a fluir sin control. Contábamos nuestra vida y nuestros dispositivos se chivaban del resto.»

«Los datos están en nosotros. Somos productores de datos. Una mezcla de percepción equivocada y conocimiento de nuestros sesgos y adicciones nos ha convertido en productores intensivos de datos, recursos necesarios para que siga funcionando una maquinaria de servicios por los que no queremos pagar con dinero. Los datos cuentan nuestro pasado con una precisión nunca vista hasta ahora, y son los posos sobre los que se lee nuestro futuro con los algoritmos que, en muchos casos, lo convierten en una profecía autocumplida.»

«La cuestión, al final, es que ceder nuestros datos excede de la elección individual, cuestionable, como veremos, al afectar a la convivencia y a los fundamentos de las reglas sociales que nos hemos dado para convivir.»

Dataísmo

«Este tipo de  trabajo invisible y oculto, externalizado o subcontratado detrás de interfaces, y camuflado dentro de procesos algorítmicos es común, sobre todo en los procesos de marcar y etiquetar miles de horas de archivos digitales con el fin de alimentar las redes neuronales. A veces, este trabajo no se paga en absoluto, como en el caso del reCAPTCHA de Google. En una paradoja que muchos de nosotros hemos experimentado: para demostrar que no somos un agente artificial, nos vemos forzados a  entrenar el  sistema  de  IA de reconocimiento de imagen de Google de forma gratuita, al seleccionar múltiples cajas que contienen números de calles, automóviles o casas. En otras ocasiones, nos hacemos selfies para ver si nos parecemos más a la Mona Lisa o a la Chica de la Perla, como la aplicación de Google “Arts & Culture”, que es un ejemplo perfecto de cómo regalamos un dato biométrico y, al tiempo, entrenamos una herramienta de reconocimiento visual.

¿Por qué, a pesar de no haber impagado nunca una deuda, te pueden denegar un crédito?

Frente a esta situación tan habitual, los defensores de “datos como mano de obra” creen que a los usuarios se les debería pagar por usar servicios en línea.»

«Para poder comerciar con los datos, los titulares de los mismos habrían de ser conscientes de su valor y de su importancia, algo que, de ocurrir, será más tarde que pronto. Incluso los que dicen ser conscientes de su importancia, los regalan con total inconsciencia, convirtiéndose así en socios fundadores de la “paradoja de la privacidad”.»

Somos datos

«Doppelgänger es el vocablo alemán para definir el doble fantasmagórico de una persona viva […]. Así pues, la figura del doppelgänger no podría ajustarse más a nuestra dicotomía yo físico-yo digital. Como el retrato, nuestra identidad digital es más completa, rugosa y precisa que el yo que creemos que somos.»

«Uno de los mayores repositorios de doppelgänger es Facebook. Un reciente estudio de la Universidad Carlos III concluía que la red social maneja para usos publicitarios datos sensibles del 25 por ciento de los ciudadanos europeos, que son etiquetados en la red social en función de asuntos tan privados como su ideología política, orientación sexual, religión, etnia o salud.»

«Estas plataformas, desde Netflix hasta Amazon pasando por Twitter o Facebook, elaboran perfiles de nosotros a partir de los datos que les facilitamos, dibujando con una enorme precisión a nuestros alter ego digitales.»

«No es un secreto que las cookies permiten a los anunciantes y a las páginas en las que entramos rastrear nuestra navegación general y específica. Los botones sociales activados en las webs son trackers que le chivan a las redes sociales lo que hemos estado haciendo fuera de ellas. Tampoco lo es que las elecciones de nuestros amigos o a quienes seguimos identifican nuestro perfil ideológico, religioso, nuestra profesión o nuestra orientación sexual — aunque aún no hayamos salido del armario—.»

La paradoja de la  privacidad

«La paradoja de la privacidad describe la discrepancia entre la actitud del usuario y su comportamiento real en relación con la privacidad online, lo que finalmente resulta en una dicotomía entre las actitudes de privacidad y el comportamiento real: si bien los usuarios afirman estar muy preocupados por su privacidad, no hacen nada para protegerla.»

«Desde un punto de eficiencia, resulta más útil identificar a miles de personas con reducidos medios, que hacerlo mediante la filiación en persona, que proporciona menos información con un coste social y económico muy elevado. Sin mencionar la riqueza de los datos que se recaban cuando la vigilancia es electrónica.»

«La Generación Z es la primera que carece de intimidad, la primera que tiene huella digital desde el día de su nacimiento, incluso antes, si una ecografía compartida por WhatsApp cuenta. Desde que nacen sus fotos, su estado de ánimo, su estado físico se comparte entre familiares y amigos bajo la percepción de que es una comunicación privada que sólo ven los destinatarios.»

Google, el gran fisgón

«Mientras el usuario se prepara para salir de casa, escucha Google Play Music. Los datos activos serían sus preferencias musicales y los pasivos su geolocalización. A continuación, lleva a los niños al colegio y va al trabajo en metro, y le cuenta a Google las noticias que lee en el móvil, y de modo pasivo, la ruta escogida, el medio de transporte y el tiempo de desplazamiento.

Durante ese día, Google recopiló numerosos datos relacionados con la actividad del usuario, como su ubicación, sus rutas, productos adquiridos o la música que escuchó a lo largo del día. Lo que resultó más sorprendente es que Google recopiló o infirió más de dos tercios de la información a través de medios pasivos. Al final del día, identificó los intereses del usuario con una precisión notable.»

«En internet todo permanece, por siempre, fuera del contexto en que se hizo y sin que seamos conscientes de ello. No recuerdo qué busqué en Google hace una semana, pero Google sí. Así, nuestra vida aparece documentada por nosotros o por terceros hasta el último detalle en una línea infinita de código con todos nuestros datos, secretos y preocupaciones.»

«En 2014, Google anunció que comenzaría a rastrear las ventas en tiendas físicas comprando datos de transacciones de tarjetas de crédito y débito. Dichos datos cubrieron el 70 por ciento de todas las transacciones de crédito y débito en Estados Unidos. Contenía el nombre del individuo, así como la hora, la ubicación y el monto de su compra.»

Predicción y toma de decisiones

«El nuevo horizonte infinito es la extracción de datos,  el aprendizaje automático y la reorganización de la información a través de sistemas de inteligencia artificial de procesamiento humano y mecánico combinados.»

«Este sistema de toma de decisiones tiene, además, un efecto pernicioso: el sistema se retroalimenta y acaba haciendo que las predicciones se cumplan. Si excluyes a alguien de un trabajo porque le has sometido a un test que concluye que es problemático, tiene alguna enfermedad mental o problema de carácter, y ese test se convierte en un estándar en el mercado, aunque el resultado se equivoque, los numerosos rechazos que sufrirá esa persona la convertirán en alguien iracundo o deprimido, un clásico ejemplo de profecía autocumplida.»

Un café en la la presentación a los medios de Datanomics

«Ya no se trata de aguantar, pues, la molestia de una publicidad que, como somos tan perspicaces, evitamos con bloqueadores, sino de dar información que de manera individual es irrelevante pero que, en conjunto, no sólo define quiénes somos sino, lo que es más importante, quiénes vamos a ser.»

Hackeando mentes

«Los expertos advierten de que las plataformas utilizan las mismas técnicas que las empresas de juego para crear dependencias psicológicas e integrar sus productos en la vida de sus usuarios. Estos métodos son tan efectivos que pueden activar mecanismos similares a la cocaína en el cerebro, crear necesidades psicológicas e incluso provocar “llamadas y notificaciones fantasma”, en las que los usuarios perciben el zumbido de un teléfono inteligente, incluso cuando no está realmente allí.»

El filtro burbuja

«Alguien podría decir que siempre ha habido periódicos amarillistas que basaban su línea editorial en los sucesos y los escándalos poco corroborados. O que las líneas editoriales de los medios siempre han venido marcados por un determinado sesgo político, religioso o, simplemente, por los intereses de los grandes anunciantes. La gran diferencia es que el que compraba un diario por ser de tendencia conservadora, por ejemplo, era consciente tanto de lo que compraba como de que rechazaba activamente otras opciones disponibles en el quiosco. Además, cualquier medio de comunicación tradicional, a pesar de su línea editorial, producía un contenido único para una pluralidad de lectores o televidentes.

Ya no es así. Cada usuario tiene su propio canal personalizado y, lo que es peor, cree que es el mismo que ve el resto, creando la impresión ya comentada de que la realidad es tal como él o ella la concibe. Si lo combinamos con el carácter adictivo de las redes  y  del  uso  de  técnicas  de  manipulación  para  exacerbar  nuestro  lado  más  irracional,  la negatividad, el extremismo y la alienación están servidos. Es un hecho que las plataformas como Google o Facebook segregan a los individuos y les sirve la realidad a través de un filtro burbuja de ideas afines, reduciendo el riesgo de exposición a ideas desafiantes.»

«Sólo nos muestran lo que creen que queremos ver para así servirnos la publicidad que adivinan va a tener más impacto en nosotros. De paso, refuerzan nuestro sesgo de confirmación: si internet dice lo mismo que yo pienso es que tengo razón. Como resultado, no vemos la información con la que no estamos de acuerdo, aislándonos en nuestras propias burbujas culturales o ideológicas.»

«Los sorprendentes resultados de las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016 pusieron de manifiesto cómo la manera en la que unas empresas privadas gestionan su negocio no sólo afecta a la intimidad de los ciudadanos (algo que parece no importarle a nadie porque beneficia a todos), sino a la propia democracia y la estabilidad económica y geopolítica mundial.»

GAFA

«Los GAFA (acrónimo de Google, Apple, Facebook y Amazon) han aumentado su poder como monopolios convirtiéndose, para algunos, en obstáculos para la innovación al abusar de su posición de dominio en el mercado, bien comprando a la competencia, bien anulándola.»

«Las consonantes del acrónimo, Google y Facebook, con modelos de negocio completamente basados en los datos, su extracción y explotación, han concentrado las críticas más virulentas y han protagonizado los escándalos más sonados en cuanto al uso descontrolado de los mismos, afectando a instituciones tan sagradas como el propio funcionamiento de la democracia a través de las urnas.»

«Diversos sectores sociales han comenzado a solicitar a la administración estadounidense un cambio de rumbo mediante la aplicación, entre otras, de estrictas reglas antimonopolio a estas entidades, de responsabilidades por los contenidos que ofrecen de manera individualizada, todo ello con la finalidad de preservar la competencia, la innovación y el acceso universal justo y abierto a los servicios de internet.»

ADN y familia

«El ADN es el dato de salud con mayúsculas, que determina el riesgo de desarrollar determinadas enfermedades, las cuales, conocidas de antemano, pueden limitar el acceso de sus portadores a seguros privados de salud o al mundo laboral.»

«Los resultados de ADN de cinco millones de clientes de 23andMe (la mayor empresa del sector) se cederán a Glaxo-SmithKline para el diseño de nuevos fármacos. 23andMe solicitará el consentimiento a sus usuarios para participar en la investigación científica, pero no parece que les vayan a pagar por ello.»

«Nadie puede evitar tener un familiar que decida que quiere secuenciar su genoma para saber si le engorda el tomate o si debería tomar más aceite de oliva para mejorar su rendimiento como deportista de élite ocasional.

Lo cierto es que, en ambos casos, hay terceros que pueden distribuir mi ADN o parte de él sin mi consentimiento, y con efectos en mi vida y en las decisiones futuras que se puedan tomar sobre mí. La tentación de hacer selecciones genéticas por raza, sexo o enfermedades no es nueva. Lo que sí lo es, es poderlo hacer de una manera tan exhaustiva, barata y masiva.»

IoT

«A finales del julio de 2017, Colin Angle, fundador y consejero delegado de la empresa iRobot fabricante de la Roomba, en una entrevista con Reuters reconoció sus planes para comercializar los datos recogidos por los dispositivos IoT de limpieza que fabrica: “Hay todo un ecosistema de aparatos y servicios que se pueden ofrecer a los hogares una vez que tienes un mapa de la casa bien hecho y cuyo dueño nos ha dado permiso para compartir”.»

«El fundador de iRobot manifestó que los datos no se cederían sin permiso del consumidor, pero no quedó claro cómo va a recabar el consentimiento. iRobot es un perfecto ejemplo de cómo un dispositivo IoT puede afectar a la privacidad de sus usuarios, de los problemas jurisdiccionales de la protección de datos y de la recogida del consentimiento para tratar y ceder los mismos. Sin mencionar la posibilidad de poner al alcance de los ladrones mapas exactos de las casas, junto con otra información útil si uno pretende robar con el menor de los inconvenientes: si tiene mascotas o no, su tamaño o a qué hora están los propietarios en sus domicilios.»

«Lo que tal vez impresione más es que estos dispositivos no sólo nos rodean como elementos externos a nosotros (prendas, vestibles, electrodomésticos o medios de transporte), sino que, por primera vez, los tragamos o los llevamos adheridos, implantados o inyectados. Ejemplo de este último tipo de tecnología es el de la pastilla digital, aprobada en noviembre de 2017 por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).»

«Esta pastilla, que permite a los facultativos saber si sus pacientes están tomando la medicación y cuándo lo hacen, cuenta con un sensor comestible que, al ingerirlo, envía un mensaje a un parche y éste, a su vez, a una aplicación móvil que se actualiza en una plataforma, lo que, como es obvio, hace viajar la información por diversas redes con las implicaciones de seguridad que ello supone.»

 Datos biométricos

«La voz […] es un dato personal conforme a la legislación de la UE y un elemento de autenticación biométrica que se usa en entornos de seguridad en sustitución de un par de claves o un tocken de acceso. Por tanto, saber si las conversaciones que tenemos con nuestro asistente virtual se graban, se suben a la plataforma del prestador (Google, Amazon, Apple…) y se analizan no sólo para entrenar a la IA sino para agregarlo al perfil que ya tienen de nosotros, no es una cuestión menor.»

«Nos espíen o no, lo cierto es que Alexa, como Siri y los dispositivos IoT que las representan en el mundo físico, cuentan con una seguridad muy precaria que puede ser sorteada de la manera más sencilla.»

«Al descargar una aplicación, el usuario debe dar permiso a los requerimientos que le llegan y aceptar, por ejemplo, que la app acceda a su micrófono, cámara de fotos o geolocalización.»

«El caso de la aplicación de La Liga de Fútbol española para Android apuntalaría la idea de que las aplicaciones en las que no se gestionen adecuadamente los permisos de acceso al micrófono darían lugar a un dispositivo espía, en este caso, de La Liga, intentando averiguar qué bares no estarían pagando por la emisión de los partidos.»

«A diferencia de nuestros nombres de usuario o contraseñas, los  datos  biométricos  no se pueden reestablecer y los errores son aún más difíciles de corregir. Y cuando se combinan con otros datos sobre nosotros (financieros, profesionales y sociales), nuestros datos biométricos pueden incorporarse a algoritmos y utilizarse para negarnos préstamos, seguros de salud y empleos, adivinar nuestra sexualidad o preferencias políticas y predecir nuestra probabilidad de comprometernos o de cometer delitos, todo ello enteramente sin nuestro conocimiento.»

Pirateo

«Yahoo, LinkedIn, Equifax, Target, Facebook, Google, Twitter… todos han sufrido un ataque y todos han perdido datos que acaban siendo vendidos en forma de paquetes de tarjetas de crédito, o de acceso a los perfiles pirateados y, por tanto, a los permisos dados por los usuarios a sus teléfonos, micrófonos, cámaras. Cuando consentimos que las empresas que nos prestan servicios sin mediar pago en dinero, no sólo troyanicen nuestras vidas sino nuestros dispositivos, estamos dejando la puerta abierta a grupos organizados de delincuentes informáticos que entran en nuestra casa y en nuestras vidas.»

«En el internet profundo, el acceso a las cámaras de los móviles o los portátiles se vende por una media de entre 5 a 15 dólares dependiendo de si lo que se ve al otro lado es el dormitorio de una adolescente y de cuantas veces se haya revendido el acceso.»

La gran mentira

«No es ningún secreto que, a menudo, se marca esa casilla sin leer el aviso de privacidad […]. Esto es especialmente dramático si tenemos en cuenta que nuestro sistema de protección de datos se sustenta, esencialmente, alrededor del consentimiento informado, que supone que el usuario acepta libremente, tras haber sido adecuadamente informado, las consecuencias de su aceptación.»

«De esta ausencia de percepción de peligro, surge la segunda afirmación más repetida: “¿Quién va a querer mis datos? No soy tan importante”. En una combinación de vagancia adoles- cente y sensación de beneficio en el uso del servicio, aplicación o herramienta, los usuarios son impermeables a la evidencia de que los servicios que reciben tienen un coste enorme y que no se pagan sólo con servirles publicidad (que por otro lado se encargan de bloquear con diligencia). Y es así cómo cala el mantra de que la privacidad ha muerto cuando, curiosamente, sólo beneficia a quien hace su negocio de enterrarla.»

Paloma LLaneza

Abogada aunque buena persona. Auditora de sistemas y experta en ciberseguridad. Creadora de Consent Commons. Escritora, ensayista e ikebanaka. Mi universo personal en The LLaneza Firm.

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