Paloma LLaneza por David Martínez

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Foto de Julián Fallas – Etopia

En tiempos de sobreabundancia de “influencers” reconforta encontrar verdaderos referentes y, sin duda, uno de ellos es Paloma Llaneza.

Su voz es indispensable para tratar de despejar algunas de las incertidumbres que forman parte de nuestro día a día digital y así lo demuestra su habitual presencia en medios de información o foros profesionales.

Yo mismo recurro a ella para comprender un poco mejor qué es, de dónde viene y a dónde va este mundo tan nuevo y, al mismo tiempo, tan viejo. Al fin y al cabo,  las herramientas -analógicas o digitales- son reflejo de quien las utiliza, y hoy somos poco más de lo que fuimos.

Confieso que Paloma es una de esas personas que me han hecho cambiar de opinión, algo a lo que siempre estoy dispuesto pero solo si me encuentro con un razonamiento sólido y más si va acompañado de elegancia en su expresión. Características estas que hacen de ella una rara avis en el debate público, tan contaminado de grosería y prejuicios.

Paloma huye también de la solemnidad hueca que caracteriza a tantos “gurús” de medio pelo, confirmando que la ironía es atributo de la inteligencia. No necesita tomarse en serio para que la tomen en serio, un error en el que caen muchos tontos solemnes que confunden un ceño fruncido por la reflexión con la frente arrugada -marchita, como decía el tango- por la frustración que da no ser capaz de distinguir la mano del guante que la cubre.

Creo que nos hemos visto en persona apenas un par de veces y, sin embargo, nuestro habitual contacto en redes hace que sienta que somos amigos, pues solo se me ocurre definir como amistad esta complicidad que surge del respeto intelectual y cierta visión compartida del mundo.

Una mirada que mezcla, en un extraño cóctel, las condiciones de uso de Facebook con la indignación por el último “robo” a España en Eurovisión, la ciberseguridad con los yogures de coco o el ikebana con los sesgos algorítmicos.

Como cantaba Astrud, “entre Super Mario Galaxy y las exageraciones de la teodicea medieval hay paralelismos, y no es casualidad”. En las conversaciones con Paloma, siempre demasiado breves, ella es capaz de detectar esos paralelismos, como si fuera uno de esos sagaces investigadores que, en algunos thrillers, conectan con hilos rojos escenarios de crímenes, en principio sin relación alguna.

Hilos rojos que, por otra parte y según la cultura japonesa que ella tanto ama, une a personas destinadas a conocerse. Paloma, amiga; Paloma detective privado resolviendo el crimen nuestro de cada día.

Esa referencia al género detectivesco no es casual, pues además de los libros dedicados a reflexionar sobre asuntos que tienen que ver con su actividad profesional, como el interesantísimo “Datanomics”, Paloma también se ha destapado como una excelente autora de novela negra, con “Apetito de riesgo”.

Por todo ello, aunque en este patriarcado menguante aún se hable de “hombres” del Renacimiento, debo confesar que el hombre más renacentista que he encontrado en mi vida es una mujer y se llama Paloma Llaneza.

Termino con la frase que sirvió de titular a una entrevista que me concedió y que, creo, debe servir como guía en un mundo fascinado por el desarrollo tecnológico: “La innovación  debe mejorar la vida de las personas”. Nada más que añadir, señoría.

David Martínez Pradales

Comunicador y periodista. Director de Nobbot.com

Paloma LLaneza

Abogada aunque buena persona. Auditora de sistemas y experta en ciberseguridad. Creadora de Consent Commons. Escritora, ensayista e ikebanaka. Mi universo personal en The LLaneza Firm.

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